14 Globalización

18.06.2018

Profesionales sin fecha de caducidad

Albert Garcia Pujades

La incertidumbre sobre pérdida de puestos de trabajo por culpa de la tecnología crece cada día. Aunque por más que se especule al respecto, ahora mismo no existe certeza alguna de cuántos puestos de trabajo se destruirán y mucho menos sobre cuántos de nuevos se crearán. No obstante, seguimos especulando sobre cuál será el antídoto. Ese remedio resultante de una combinación adecuada de conocimientos y habilidades que, como profesionales, nos hará inmunes a los peligros del futuro.

De lo que sí hay certeza es que los profesionales debemos adaptarnos permanentemente, porque nuestro bagaje anterior ya no es garantía de nada. En realidad, cada vez sirve de menos. No hay que esperar a los robots o a la inteligencia artificial para quedarnos sin empleo o sin cliente porque otro profesional está más preparado para hacer una tarea en concreto. O te actualizas o te quedas fuera.

Con ánimo de vislumbrar pistas que nos arrojen algo de certidumbre, he intentado dar con la combinación que debería mejorar nuestra capacidad de adaptación.

Para empezar, la actitud. Hace alusión a la forma de actuar, a nuestra postura frente a algo, lo que es fundamental a la hora de mejorar las aptitudes. Depende de las motivaciones extrínsecas (que te aprueben, que te den un título), pero sobre todo de las intrínsecas (disfrutar leyendo un clásico de literatura) lo que nos movilizaría sería encontrar el “para qué”, la motivación. Aquello que nos define, que prioriza el futuro, que despierta el verdadero significado de lo que hacemos y que nos impulsa a hacer lo que hacemos desde el corazón. La actitud es fundamental en el aprendizaje, hasta el punto, que con la cantidad de recursos gratuitos existente en la Red, puede afirmarse que el problema no es de accesibilidad al conocimiento y a la tecnología. Por tanto, la brecha no es tecnológica, ni digital, es motivacional. Todo es cuestión de actitud.

El empoderamiento tecnológico para tener criterio. Vivimos en momento cambiante y complejo, donde tecnología y digitalización son protagonistas de un histórico punto de inflexión que afecta a todos los ámbitos. Con amenazas reales y enormes oportunidades: modifica la economía y las empresas; genera amenazas como la inseguridad o la falta de privacidad; abre el debate sobre el futuro de las ciudades o la evolución de la especie; o que plantea cambios en el modelo educativo o energético, por caducados e insostenibles.

La colaboración siempre ha tenido un papel clave, pero Internet y la digitalización la propician más que nunca, para compartir conocimiento o cualquier activo, incluido el trabajo. Asimismo, la fabricación digital impulsada por el movimiento maker puede introducir cambios importantes en la manera de producir objetos y organizar el trabajo. Debemos empoderarnos tecnológicamente para tomar decisiones conscientes y aprovechar la parte positiva que promete el mundo digital, atenuando sus riesgos, y construir los proyectos y el mundo que queremos.

Pese a todo, la curiosidad sigue moviendo el mundo. Esa es una competencia clave en el presente y en el futuro. Tal como indican las conclusiones del Estudio FFWi-InfoJobs sobre la curiosidad en el trabajo en España, las organizaciones necesitan tener profesionales curiosos, inquietos, interesados en estar al día de las últimas tendencias en su sector y con capacidad para cuestionarse las normas y procesos establecidos. Con iniciativa para explorar, detectar experiencias y oportunidades y plantearse nuevas soluciones para situaciones donde las recetas de siempre ya no funcionan. Los curiosos, sirven de “levadura crítica”. Son los agentes del cambio. Es lo que John Paul Lederach, especialista en la gestión de conflictos, propone en la teoría de la levadura crítica. Utilizando como metáfora el proceso de elaboración del pan, mientras que la masa la forma mayoritariamente la harina, hay que recordar que es la levadura (de la cual se añade muy poca cantidad) la que hace que el pan salga bien, la que es portadora del cambio. Ser un profesional curioso que genera el cambio necesario para las organizaciones puedan adaptarse con éxito y ser relevantes.

Ética. Solucionar los problemas del mundo no es solo una cuestión de los políticos, el sector público, ni las ONG. Los negocios ya no pueden limitarse a crear puestos de trabajo y riqueza para sus accionistas. Uno de los mayores expertos en marketing digital, Brian Solis, afirmaba que “dejamos de hacer negocios as usual y empezamos a hacer negocios que importen”. Así pues, una nueva generación de empresas está trabajando para alterar las principales industrias. Su misión está intrínsecamente ligada tanto a sus beneficios como al potencial de cambiar el mundo.

Cambiar (a mejor) solo se puede hacer desde un propósito firme y con valores sólidos. Mantengo que los profesionales del presente (y futuro) son aquellos capaces de impregnar su actividad de una mirada más ética. Un principio de comportamiento basado en la idea de lo correcto y lo incorrecto. Ética significa “hacerlo bien cuando nadie está mirando”. El profesional más ético es/será capaz de ayudar a construir más confianza con los clientes, con el equipo, y una oportunidad de crear más valor añadido para las organizaciones a largo plazo, sin entrar en conflicto con la creación de valor para el cliente.

Y por último, la empatía. Es una habilidad que otorga la capacidad de comprender a los demás e interpretar con acierto sus pensamientos, sus estados de ánimo, sus motivaciones y, en general, explica sus decisiones y formas de actuar. Por tanto, clave para relacionarnos con los demás, trabajar y colaborar en equipo.

Así es, una combinación de cinco ingredientes para dar con el antídoto de futuro. No es casual que ninguna de estas características no pueda ser sustituida ni por un robot, ni por la inteligencia artificial. O en todo caso son competencias que nos ayudarán a convivir mejor con los escenarios de futuro. Todos ellos pueden considerarse activos transformacionales que aumentan nuestras posibilidades para enfrentarnos a la incertidumbre de nuestra adaptación y transición, para convertirnos en profesionales sin fecha de caducidad.

Albert Garcia Pujades

Albert Garcia Pujades

Profesor del Máster en Marketing Directo y Digital, UPF Barcelona School of Management

http://www.qtorb.com/

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