A nadie le quepa duda de que Internet y las otras redes sociales “virtuales” ocupan un espacio relevante en nuestra vida diaria. Esa condición de medios casi imprescindibles es fácil de comprobar. Hace un mes tuve la poca fortuna de que un virus atacara mi laptop. Ese día y los que tardó el técnico en repararlo comprobé mi dependencia total de mi pequeño aparato y de esa otra realidad a la que me conecta. Mi horario de clase, los materiales del curso que debía leer esa semana, el libro que tenía que reservar en la biblioteca, incluso los informes que tenía a medio terminar; todo ello pasaba por utilizar mi aparato tecnológico. Confieso que fue algo no muy agradable sentir que parte importante de mi vida estaba atada a la funcionalidad de aquella herramienta.
Estoy cursando el Máster en Gestión y Dirección del Deporte en la Barcelona School of Management-UPF y, aunque sé que el deporte no es virtual (salvo en los videojuegos), estudiarlo tiene como paso obligado ingresar en ese mundo. Pretender llevar un postgrado evitando valerse de la tecnología es intentar sabotearse uno mismo, una auténtica locura y desventaja frente a cualquiera. Es que para el aprendizaje necesitamos información y, hoy por hoy, eso es casi sinónimo de prender un ordenador.
Siempre supe que estudiar una pasión, como lo es el deporte, no sería fácil; más si actualmente es considerado el fenómeno por excelencia capaz de entretener a millones de personas en el mundo. Justamente es aquí donde la tecnología también aparece y, eludiendo la barrera de la distancia, me conecta con gente de distintos países que también estudia el deporte. Así, accedo a opiniones, artículos, noticias, foros, y todo esto facilita mi preparación. Bueno, y si eso aún no es suficiente, puedo acceder a las páginas web de instituciones, clubes deportivos, revistas especializadas, deportistas, etc. Tengo el mundo al servicio de mi aprendizaje solo con hacer un clic. Ese simple movimiento de uno de mis dedos me lleva a acercarme a objetos, hechos, personas y a toda la información que fluya de ellos. “¿Cómo va la gestión del deporte en China?”, pregunto vía Skype. “¿Cómo se viene llevando a cabo la organización del Mundial y de los Juegos Olímpicos en Brasil?”, lanzo en Facebook, esperando los comentarios de amigos residentes en aquel país.
En suma, no hay inquietud que no tenga como primera tarea sumergirme en Internet. Ahora mismo, mientras tecleo en el PC, estoy viendo en directo online una competición en que participa un compatriota, y en simultáneo puedo leer las apreciaciones técnicas de su performance. Sí, todo al mismo tiempo. Estoy revisando un tema y recibiendo información de otros. Todo es muy rápido. Sin embargo, si no tengo claro el norte de mi brújula, puedo perderme en la inconmensurable fuente de información que me ofrece la tecnología. Puedo hacer de ella mi aliada más poderosa como también mi más fiera distractora. Con la información a mi alcance, elaborar opinión, tomar postura sobre lo leído es el paso siguiente del aprendizaje, y ese objetivo no debo perderlo de vista.
Internet es un medio útil que complementa mi formación, y será eficiente en la medida en que haya balance entre el tiempo que invierto en ello y el que cedo gratuitamente al mundo virtual cuando me estoy entreteniendo.
En unos meses tendré que coger nuevamente un avión para emprender retorno al Perú y lo primero que guardaré en la mochila, como cuando vine, será mi laptop. Cualquier objetivo académico en mente será mucho más accesible de alcanzar si continúo con mi estrecha relación con la tecnología y el universo de datos que todos los días me da la bienvenida.
Silvia Becerra
Becada Talento del Máster en Dirección y Gestión del Deporte 2013, Barcelona School of Management
