En un mundo que se mueve rápido, muy rápido, se agradecen especialmente actos como este, donde nos paramos un momento para deciros que vuestra presencia nos honra. Gracias por estar aquí.
Un momento para celebrar vuestra decisión de aprender a hacer mejor las cosas y para celebrar también, nuestra vocación de enseñar para no dejar de mejorar y no olvidar como se hacen las cosas bien. (Mejorar, ya sabéis, es como ir en bicicleta si te paras, te caes).
Hay algo de trascendente en este momento porque todos los que estamos aquí, compartimos un compromiso con nosotros mismos. Hemos reflexionado, nos hemos preguntado que queremos hacer, que es lo que puede dar un sentido más pleno a nuestro día a día y hemos tomado una decisión. Una decisión que va más allá del ahora, que cambia nuestro futuro y a nosotros mismos.
Un momento importante y sereno en medio de un mundo veloz donde los acontecimientos que se suceden a gran velocidad en el que surgen constantemente nuevas situaciones, que requieren de nuevos conocimientos y nuevas habilidades. Situaciones donde los marcos de referencia del pasado no sirven y se requieren soluciones originales. La realidad actual es una realidad cambiante llena de retos. Nos enfrentamos a retos sin precedentes, que requieren respuestas nuevas. Es así, pasa cada día, y no creo que esté exagerando. Hay que estar muy bien preparado para esto.
Hay que estar bien preparado para ser relevante el día, o los días, en que alguien nos mire y nos pregunte ¿Y ahora qué hacemos? Prepararnos para contestar a esta pregunta. Por esto estamos aquí, para preparamos bien. Porque si no se está preparado para esta pregunta, nos asustamos, nos escondemos, lo pasamos mal y entramos en dinámicas de impotencia y victimismo en las que nos preocupamos mucho y nos ocupamos muy poco. Los que estamos aquí hemos decidido prepararnos para disfrutar con los retos, crecer con ellos y descubrir todas nuestras potencialidades. (por ejemplo, yo no sabía que podía dar un discurso de bienvenida de un curso académico en la UPF-Barcelona School of Management y aquí estoy disfrutando de este momento y re-descubriendo que me encanta conoceros y compartir con vosotros conocimientos y experiencias). Es así, hoy estamos juntos aquí porque nos unen las ganas de hacer las cosas mejor y de disfrutar con ello.
Un alumno del año pasado, peruano, de Lima, me dijo hace pocas semanas que durante el año que ha pasado aquí había descubierto algo importante: que lo que más le gustaba en este mundo era resolver problemas. Disfrutaba, de verdad, plantándose ante un problema y encontrando la forma de resolverlo. Ahora imaginaros un directivo preguntado “¿y ahora qué hacemos?” y en frente se encuentra a alguien como mi amigo limeño, a un tipo sonriendo que quiere y sabe resolver problemas. A ese hombre le cambia la cara, su mirada desesperada se llena de esperanza y piensa “a esta persona la quiero conmigo” “a esta persona no la voy a dejar escapar”. Esta es la reacción habitual que generan las personas bien preparadas.
Pues de eso se trata, en la UPF Barcelona School of Management nos hemos propuesto preparar a personas capaces de dar una respuesta competente a la pregunta ¿y ahora qué hacemos? A esta pregunta sólo se le puede hacer frente con conocimientos avanzados y detallados y con referencias claras de lo que en otras situaciones ha funcionado bien y ha funcionado mal. De las best practices y de las worst practices también.
Transmitir conocimientos y experiencias. Esto es lo que se pretende con un equipo facultativo como el de la Barcelona School of Management donde conviven académicos, con personas que, como yo, combinamos nuestra profesión con la docencia universitaria, a los que se añaden un buen número de profesionales de primera línea, que, además de destacar en sus especialidades, saben explicar los que hacen y cómo lo hacen.
Transmitir conocimientos y experiencia es un buen principio para formar profesionales bien preparados. Está muy bien, es imprescindible pero no es suficiente.
Falta un componente actitudinal: ¿La mente abierta? Aceptar la realidad como es y estar receptivo a nuevas opciones, ayuda, es verdad. Pero no es el ingrediente fundamental. ¿La pro-actividad? adelantarse a las circunstancias e ir más allá de los que nos piden está muy bien pero tampoco es el ingrediente fundamental. ¿El emprendimiento? Ser innovador y tener la iniciativa de llevar adelante tus ideas y correr riesgos es extraordinario, pero esto no te hace que esté mejor preparado para responder a la pregunta ¿y ahora que hacemos?
El ingrediente fundamental de las personas capaces de superar retos y encontrar soluciones originales es la generosidad.
La generosidad es el catalizador que acelera la fusión del conocimiento y la experiencia, la fuerza que los moviliza hacia la creación de una solución original.
La generosidad es el deseo de aportar valor, de hacer algo que tenga valor para los demás, un deseo de ser útil que alinea todos nuestros recursos y los potencia en pro de crear algo nuevo.
La generosidad es una intención. Una intención positiva que desata todo nuestro potencial, que lo libera porque tiene un punto de destino: los demás.
Cuando desaparece la generosidad aparece el interés, donde todo empieza y acaba en uno mismo estableciendo un circuito cerrado lleno de aire viciado, a veces irrespirable, que nos perjudica.
Es importante desarrollar la generosidad y aún más importante permanecer generosos.
Aquí, en la UPF Barcelona School of Management procuramos favorecer una atmosfera de generosidad. Porque donde hay generosidad siempre hay abundancia, lo que a uno le falta otro u otra lo tiene y se comparte. Un entorno de abundancia es muy productivo. muy eficiente, muy eficaz y muy útil. La generosidad es pues fuente de abundancia y de buenos resultados.
Como os decía aquí procuramos favorecer la generosidad. A través del mentoring y de las tutorías buscamos que la generosidad entre profesores y alumnos se retroalimente: los profesores aportando sus conocimientos y su experiencia y los alumnos aportando nuevos puntos de vista, cuestionando la validez de antiguas recetas y aportando nuevas formas de combinar los conocimientos para superar retos.
Os invito a aprovechar esta dinámica de la generosidad, a aprovechar al máximo todos sus frutos: en las clases, con los mentores, con los tutores. Os invito a participar de esta dinámica con vuestras aportaciones, vuestras inquietudes, vuestros cuestionamientos.
Desarrollar un pensamiento crítico y compartirlo es un acto de generosidad, cuestionar el status quo de cada disciplina nos ayuda a crecer como profesores y como institución educativa.
Innovar, proponer, crear son actos de generosidad que nos llenan de energía, nos hacen disfrutar del momento e impulsan el progreso y bienestar de todos.
Esto es lo que os proponemos: conocimientos avanzados y detallados, experiencia práctica y accionable y participar de los circuitos de generosidad entre todos nosotros. De las dinámicas que crea, de cómo activa y estimula todo nuestro potencial, de los resultados que ofrece y del impacto que crea en nuestras vidas.
Esperamos que esta forma de aprender, de trabajar y de alcanzar grandes resultados os cautive, que marque vuestro estilo de desarrollaros como profesionales y que contagies esta dinámica de la generosidad allá donde vayáis. Porque es esta actitud generosa la que os mantendrá permanente preparados para dar respuesta útil a los retos sin precedentes que probablemente habréis de enfrentar. Conocimiento, experiencia y generosidad os hace mejores profesionales y os permite crecer con vuestro trabajo y disfrutar de los hacéis.
Que la generosidad os acompañe que la llevéis allí donde apliquéis los conocimientos y experiencias adquiridas. Y que siempre estéis deseando que alguien os pregunte ¿y ahora qué hacemos?
