02 El mundo Co

28.11.2013

¿Es el mundo colaborativo la clave para ser resilientes frente a la crisis?

Jordi López Mercadé

¿Qué es colaborar o cooperar juntos?
El término dependencia denota subordinación o sometimiento de una persona o cosa a otra; dicho en otras palabras, es la necesidad de otro para la supervivencia. En el polo opuesto, encontramos su antónimo: la independencia, que no sólo es no estar sujeto a otro, sino mantener las propias opiniones sin calcar las del resto. Un paso más allá encontramos la interdependencia, término que Covey ya utilizaba para definir un grado más evolucionado en la relación con los demás y que va ligado al de cooperativismo, en el que se satisfacen las necesidades e inquietudes comunes mediante una empresa y un objetivo conjuntos.

¿Con quién y dónde colaboramos o cooperamos juntos?
Hoy más que nunca, en las organizaciones de todo tipo, cada vez se da más importancia, por un lado, a la capacidad que tienen los individuos de interrelacionarse y establecer una conexión o un vínculo en el que los enlaces pueden darse de forma horizontal, vertical o transversal, tanto con clientes internos (empleados, socios trabajadores) como externos (socios consumidores, proveedores y otros). Por otro lado, es necesario que estas interacciones favorezcan relaciones positivas, igualitarias e inclusivas aprovechando la diversidad de situaciones, concepciones y estructuras formales e informales. Hay importantes desarrollos en el marco del capital intelectual, de los activos intangibles y de la gestión del conocimiento. Se pueden consultar con la conocida expresión inglesa: Knowledge Management.

¿Por qué cooperar juntos?
Es una forma de sentar las bases para el bien de la comunidad, de modo que las organizaciones multiagente puedan alcanzar la visión y misión propuestas mediante la apertura de canales de comunicación en los que todo el mundo vele por sincronizar objetivos comunes y compartir valores, y actúe en consecuencia, administrando los recursos disponibles y las competencias individuales. De aquí nace el trabajo en grupo; luego, en una fase más evolucionada, el trabajo en equipo. Incluso, entre diferentes organizaciones y sistemas. Así pues, podemos viajar del reparto y el intercambio a la coordinación y el asociacionismo entre entidades.

¿Cómo cooperamos juntos?
Definiendo objetivos compatibles con los que todo el mundo gane y no antagónicos con los que nadie gane ni pierda, ni indiferentes o incompatibles para alguna de las dos partes.
En un entorno flexible, cambiante y competitivo como el actual, necesitamos habilidades a caballo entre el liderazgo y el acompañamiento. Porque ahora no estamos en un contexto estable donde todo pueda estar controlado; al contrario, en el marco actual ya no basta con hacer las cosas bien, sino que hay que hacerlas concentrándonos en el equilibrio y con la mente enfocada hacia los cambios y las mejoras; es necesario formular y reformular la visión y, sin perderla de vista, ser capaces de romper las reglas y hacer aflorar la creatividad; debemos energizarnos y hacer fluir el carisma. Hoy en día, las organizaciones no lo tienen fácil para sobrevivir y mucho menos las que no puedan ofrecer habilidades de liderazgo y acompañamiento y, al mismo tiempo, fomentarlas en el otro. Por este motivo necesitamos desarrollar competencias que mejoren las habilidades para ser directivos pero, por encima de todo, acompañantes del otro en su realidad y objetivo. Necesitamos menos dirección y más acompañamiento.

Dichas competencias nos devuelven a la esencia del clan o la tribu, donde se requiere forjar relaciones interpersonales efectivas y para desarrollar a otras personas. Estas van directamente enfocadas al apoderamiento, ligado a la delegación como transmisión de poder, la responsabilidad y la comunicación de apoyo.

No debemos olvidar que, en todo sistema, la cooperación pasa por distintas etapas muy diferenciadas desde su formación: el proceso de cohesión y unidad, la resistencia a otras opiniones, la dependencia o la independencia, el modo de gestionar conflictos en el desacuerdo, la confluencia de encarar a todos con una misma visión para establecer tanto los objetivos, como las normas, los procedimientos y las expectativas; cómo saber leer y aprovechar las competencias individuales facilitando la participación, el empoderamiento y mostrar el apoyo a todos los miembros hasta dar retroalimentación sobre el nivel de desarrollo en su eficacia y eficiencia.

Una vez más, el liderazgo y los conocimientos son necesarios, pero ahora ya son insuficientes. Se necesita cooperación, colaboración y acompañamiento, de todos en casi todo. Algunos denominamos a este nuevo vector coaching.

Así pues, es importante hallar el modo de crear un statu quo, en el que los equipos funcionen efectivamente y también entre ellos, es decir, en terminología de Freeman, entre todos los stakeholders, ampliado a la competencia de cualquier sector o actividad.

Podemos ver una aplicación práctica del trabajo colaborativo y cooperativo en la Universidad Pompeu Fabra, que forma parte de diversas redes universitarias que trabajan en los ámbitos de la solidaridad, la cooperación internacional para el desarrollo y el voluntariado. Se trata de la Plataforma UPF Solidaria, formada en 2005 por estudiantes, profesorado y PAS. Es toda una manera de repensar la diversificación de las intervenciones, la metodología de trabajo, los objetivos de los proyectos en distintos campos y lugares del mundo en los que se han ido involucrando distintas organizaciones y otros colectivos sociales y universidades. Intervenciones y actuaciones guiadas por un código de conducta.

Pero, ¿lo hacen las empresas en su actividad central? ¿Lo hacen las universidades entre ellas? ¿Sería, por ejemplo, factible proponer la Universidad de Cataluña, como la de California, y que cada universidad actual tuviera su especialidad y fortaleza, y a la vez cooperaran entre ellas? Lo mismo en el sector energético o financiero… ¿sería posible?  ¿I have a dream…?

¿Para qué todo esto?

A modo de conclusión, un modelo basado en la sostenibilidad, la amplitud de miras, la renegociación de contratos sociales y la superación del ego corporativista es la apuesta del paradigma de la interdependencia -relacionado con la colaboración y la cooperación, para mí no es lo mismo- en el que todo el mundo crece y evoluciona en y entre todos. Y esto no se trata de algo que esté por llegar. La era de la localización cercana y, a la vez, de la deslocalización local e internacional nos lo ha impuesto pero, por suerte, disponemos de los recursos suficientes para adaptarnos a los retos de esta época a pesar de que, a menudo, estos recursos estén comprometidos.

Resulta impensable que, de ahora en adelante, vaya a ser de otro modo.  En todo caso, una re-evolución es lo que deberíamos reflexionar para luego comprender y ser agentes sinergizados con voluntad activa, reconocidos por el sistema como portadores de derechos y capacidades individuales que hay que respetar.

Agradezco y hago constar la colaboración y cooperación de Lola Márquez, del equipo docente del Máster en Coaching Ejecutivo y Personal de la Barcelona School of Management, en la redacción de este escrito. Hay que practicar la cooperación y la colaboración, para mí un estadio de actuación siempre superior al individual y solitario.

Invito al lector de este documento a buscar la diferencia entre cooperar y colaborar.

Jordi López Mercadé

Jordi López Mercadé

Director programas de Coaching de la Barcelona School of Management

http://mjordilopez.com/

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