02 El mundo Co

28.10.2013

¿Hacia un nuevo Mundo CO?

Filippo Montesi

El afijo CO- ha venido transformándose en una expresión muy de moda, ampliamente utilizada en el mundo de la tecnología y de la innovación y que, progresivamente, ha sido adoptada por el mundo empresarial y asociativo. Corrientemente hablamos, más o menos pertinentemente, de co-sharing, co-working, co-creating, co-producing, etcétera. Toda una serie de lemas que conforma un acervo de conocimientos, prácticas y hábitos que se suele denominar “Mundo CO”. Grandes promesas, esperanzas y mitos se han ido catalizando alrededor de este concepto, difícil a encapsular en una definición e interpretado de formas distintas por los diferentes actores económicos, políticos y sociales.

Si bien los seres humanos siempre han sentido la necesidad de co-operar y co-laborar, organizándose en distintas formas asociativas y desarrollando teorías y modelos interpretativos alrededor de las formas de acción colectiva, ha sido en la última década cuando el Mundo CO ha tomado relevancia mediática, convirtiéndose en una nueva discursividad. Casualidad o no, llama la atención que solamente en 2009 haya sido premiado con el premio Nobel el revolucionario trabajo de investigación sobre los bienes comunes que Elinor Ostrom llevaba a cabo desde los años 70. En 2005, se creó el primer espacio estrictamente diseñado para el co-working en San Francisco. En 2004, se ha divulgado el concepto de co-creación en la literatura empresarial por Prahalad y Ramaswamy. En 2001, se establecieron los Creative Commons, es decir, los primeros instrumentos jurídicos que regulan los términos y las condiciones de compartir y usar en público el trabajo creativo de un autor.

¿A qué se debe esta rápida atención al mundo CO?

Por un lado, existe cierta tendencia social hacia un nuevo sentimiento de necesidad de construir relaciones solidarias y comunitarias, unido al desarrollo de una cultura generacional “altruista”. Por otro lado, el crecimiento geométrico de la población está ejerciendo una presión sobre los recursos naturales y económicos que propicia la búsqueda y adopción de soluciones “CO”. Aún más en una época de grave y prolongada crisis económica, en particular en Europa, nuevos modelos de producción, gestión y consumo resultan económicamente atrayentes. Permiten ahorros financieros, creación de nuevas ideas y valor añadido, acceso a bienes y servicios de otra manera no asequibles.

Sin embargo, hay un tercer factor que ha impulsado el Mundo CO espectacularmente: el desarrollo tecnológico informático. En particular, me refiero a internet, redes sociales y aparatos móviles. Es decir, la tecnología de la información permite acortar distancias, favorecer la movilidad, desmaterializar los recursos, reducir los tiempos, almacenar y gestionar grandes cantidades de informaciones, etc.

Si consideramos por un lado el impacto extraordinario sobre los costos de transacción, de búsqueda y oportunidad; y por otro lado, los importantes efectos de network generados por este tipo de tecnología, es fácil entender el rápido ascenso y difusión del Mundo CO. Las tecnologías 2.0 y 3.0 han creado el soporte adecuado para el brote de nuevas soluciones que permitan co-crear, compartir, alquilar, trocar ideas, productos, servicios y experiencias.

Las diversas iniciativas del Mundo CO, desarrolladas en el campo de la movilidad, de la cultura, del turismo hasta en el de las finanzas, tienen algunos elementos comunes. En primer lugar existe un capital social que ha venido creándose a través de relaciones distantes y tecnológicamente mediadas. En segundo lugar, una desintermediación de las relaciones que potencialmente podría reducir significativamente las posiciones de monopolio y las ineficiencias tanto en el campo económico como en el político.

¿Es oro todo lo que reluce? Desafortunadamente, no. En mi opinión, existen dos órdenes de problemas:

1)        El riesgo que el entusiasmo mediático respecto a las oportunidades del Mundo CO no se concrete en una plena adopción en nuestras rutinas personales y profesionales. ¿Cuántas veces los muchos recursos y herramientas a nuestra disposición para compartir información y conocimiento quedan inutilizados en nuestros entornos laborales? Carpetas y agendas compartidas vacías, herramientas de gestión de proyectos escasamente utilizadas,  redes sociales corporativas mudas, etc. son ejemplos frecuentes.

2)        Aún más serio es el riesgo de una cooptación del Mundo CO en su fase de escalabilidad. Lejos de ser un elemento neutro, la tecnología, dependiendo de su diseño y distribución, puede replicar las mismas dinámicas de desigualdad e injusticia de la sociedad contemporánea y que el Mundo CO de alguna manera pretende cambiar. En su esencia más radical, el Mundo CO se presenta como un nuevo modelo de relaciones económicas y sociales fundadas en la confianza, con el propósito de fomentar procesos de desarrollo y empoderamiento de la sociedad. En sus efectos más perversos, el Mundo CO puede ser una fuente de superficialidad, como demuestran algunos casos de inexactitudes o errores de Wikipedia; de apoyo a un pensamiento hegemónico debido a la combinación entre una falta de alfabetización digital de los usuarios y las usuarias  y la viralidad de los instrumentos 2.0 como Facebook o Youtube; de nuevas formas de pasividad política, como en el caso del clicktivism. Por otro lado, existe un riesgo real de que la co-creación no represente una forma de colaboración libre y abierta entre pares, sino que resulte en un nuevo instrumento de control y subordinación de los ciudadanos-consumidores reforzando desigualdades y privilegios. Las empresas que utilizan modelos de negocio basados en la co-creación tienen la gran responsabilidad de que la confianza sobre la que se asientan estos modelos no se agote.

Por sí solos, los medios tecnológicos no podrán conseguir un cambio cultural que favorezca  la adopción de prácticas colaborativas a nivel individual y colectivo. Esto requiere de un proyecto político y educativo que se lleve a cabo en hogares, asociaciones, empresas, Estado. ¿Quiénes podrían ser los actores de este proyecto de cambio? Los ciudadanos y las ciudadanas adoptando nuevas rutinas de colaboración, los desarrolladores de software libre creando y mejorando la tecnología disponible, las empresas sociales diseñando nuevos modelos de negocio, las asociaciones de ciudadanos y ciudadanas coordinando procesos de cooperación, y el mismo Estado, en su articulación local y nacional, definiendo políticas que ayuden la ciudadanía a desarrollar las capacidades para participar plenamente en el Mundo CO. Existen algunos pequeños ejemplos en los que se están dando estos procesos de cambio fomentados positivamente por el desarrollo tecnológico. Uno de ellos está muy cerca de Barcelona, precisamente en Cornellà de Llobregat, en donde la iniciativa “Citilab” moviliza ciudadanos y ciudadanas, empresas, organismos públicos y centros académicos alrededor del desafío de crear e innovar tecnologías, productos, servicios y modelos de negocio para responder a necesidades reales.

Queda claro que la tecnología juega un papel muy importante en la promoción de un mundo más cooperativo y colaborativo. Es por ello que los ciudadanos y las ciudadanas deberían participar con diferentes modalidades en el desarrollo tecnológico desde su concepción hasta su utilización en lo cotidiano. Existen ejemplos virtuosos que tenemos que enfatizar y replicar a más amplia escala. Desde abajo hacia el alto.

Filippo Montesi

Filippo Montesi

Beca Talento del Máster of Science in International Business de la Barcelona School of Management

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