07 Era Digital

21.04.2015

¡Viva la revolución!

Joan Francesc Cánovas

Los que nos dedicamos a la comunicación o al periodismo tenemos muy claro que los cambios que han sucedido en los últimos años en nuestro ámbito son revolucionarios. Nunca como hasta ahora habían cambiado tantas cosas en tan poco tiempo. Esta obviedad es, pero, más impactante si observamos que este cambio ha modificado o está modificando todos los modelos de negocio que habían sustentado nuestra actividad durante muchos años. Vamos, que ahora ya nada es como era. Este hecho se relaciona directamente con la irrupción de la tecnología digital en nuestra sociedad. De hecho, la digitalización ha entrado en nuestra vida y ha cambiado no sólo la forma de comunicarnos sino también la forma como consumimos, nos culturizamos, convivimos, etc. Sistemas tan simples como el correo electrónico, la venta en línea o los mensajes de WhatsApp ofrecen un panorama nuevo en nuestras vidas que genera una incomodidad manifiesta cuando no los podemos usar. ¿Qué es lo primero que preguntamos cuando llegamos a un hotel, una universidad o un espacio cultural? Probablemente cuál es la contraseña de la Wi-Fi. Muchas veces antes incluso de saludar o presentarnos, lo que, más allá de una cierta mala educación, nos demuestra el ansia manifiesta que todos tenemos por estar conectados. La conectividad es el nuevo paradigma que define nuestra sociedad. ¡O estás conectado o no existes!

La digitalización genera cambios sociales que no son analizados hasta que no están absolutamente implantados. Industrias como la fotografía, la música o el cine han dado la vuelta como un calcetín, pero no han sido capaces de prever estos cambios con suficiente anticipación y han sufrido muchas de las consecuencias de la revolución digital de una forma traumática. La digitalización llega a nuestras vidas sin preguntar y se instala provocando cambios que no siempre son los esperados: la irrupción de cajeros automáticos en las ciudades ha provocado que un volumen muy importante de las entradas de los espectáculos se venda por esta vía; la irrupción de las tabletas y su teclado táctil ha ocasionado que los teclados convencionales de los ordenadores estén desapareciendo; los teléfonos inteligentes han provocado que el principal uso del teléfono móvil ya no sean las llamadas telefónicas, etc. La lista podría ser interminable y seguirá proporcionando novedades durante mucho tiempo.

Este cambio social que ha impactado en todas las áreas de nuestra sociedad (cuesta encontrar sectores que no se hayan visto interpelados por la digitalización) tiene en la comunicación uno de los elementos básicos de su existencia y uno de los sectores clave en su desarrollo. El caso de los medios de comunicación es paradigmático, porque estos se han visto obligados a cambiar su actividad, sus rutinas y, por tanto, su modelo de negocio. El modelo de negocio que ha sustentado los medios de comunicación durante años, el subsidio publicitario, ya es historia. Es posible que la publicidad pueda seguir teniendo un rol privilegiado en esta situación, pero seguro que tendrá que compartirlo con otros: crowfunding, patrocinio, gratuidad de los contenidos, periodismo de marca, periodismo de datos, subasta para una mejor posición de consumo, etc.

A estas alturas pocos han encontrado la piedra filosofal que nos regala el éxito de este nuevo modelo de negocio, pero probablemente a aquellos que la encuentren no les durará demasiado. Una de las características que más impactan de este cambio social de magnitudes descomunales es su inestabilidad temporal. Tenemos la sensación de que nada dura mucho y que todo cambia muy rápidamente. Por lo tanto, todo está en permanente cambio. La gestión del cambio se ha convertido en una habilidad indispensable para sobrevivir con éxito en este momento revolucionario. Tener una alta capacidad adaptativa es casi un condición indispensable para la supervivencia.

En este cambio permanente en el que nos encontramos implicados en el campo de la comunicación y del periodismo, hay algunos elementos que han adquirido un papel muy destacado. Desconozco por cuánto tiempo, pero de momento son difícilmente cuestionables. Son los siguientes:

1. Las audiencias minoritarias globales son una nueva oportunidad de negocio. Por ejemplo, tener un medio de comunicación sobre ajedrez era hasta hace poco inviable. Ahora es posible con la suma de las pequeñas audiencias locales.
2. La gestión comunicativa de los datos no sólo es una nueva forma de negocio, sino que probablemente nos acerca a un sentido más auténtico de la profesión periodística como agitadora social. No desarrollar una gestión periodística y empresarial de la información que hemos ido acumulando es como poco un desperdicio de las potencialidades de nuestra organización.
3. Los contenidos son consumidos en dispositivos, plataformas y sistemas diferentes. Esto genera más complejidad en su elaboración y requiere de nuevos conocimientos a los profesionales de la comunicación que se dedican. Muchos medios de comunicación ya disponen de más consumo en sus diferentes formatos digitales que en sus referentes analógicos.
4. La situación anterior ha dado lugar a la aparición de nuevos formatos de consumo comunicativo. La clasificación clásica de prensa, radio y televisión ya es historia. Un tuit, un webdoc o un infográfico son formatos comunicativos que nos permiten informarnos o comunicarnos como antes hacíamos por otras vías.
5. Hace tiempo que nuestra audiencia no es pasiva. Ya no espera que le ofrezcamos unos contenidos para consumirlos sin reacción. Actúa y se moviliza. Es crítica y tiene capacidad participativa. Esto hace que cada vez la conozcamos más y la vayamos a buscar de la manera como desea y en el momento en que desea que le ofrezcamos los contenidos.
6. La información ya no es poder. El poder es compartir dicha información y hacer que otros la compartan a la vez. Sin esta nueva perspectiva no se entenderían fenómenos como WikiLeaks.
7. El emisor informativo se ha diversificado. Los actores capaces de emitir información eran hasta ahora tasados y claros. En la actualidad cualquier persona puede emitir una información y convertirse en un referente global o local de un tema o una situación. En este sentido los youtubers son tratados como startsystems y algunos periodistas tienen más audiencia en sus blogs privados o más seguidores en Twitter que en los medios convencionales.

Dentro de unos años los libros de historia, si es que existen los libros de historia, hablarán de esta época como de la época de la revolución digital y la situarán, como poco, a la misma altura de otras grandes revoluciones, como la revolución industrial. Tenemos la posibilidad de ser protagonistas de uno de los cambios revolucionarios más importantes de la historia. ¡Qué suerte!

Joan Francesc Cánovas

Joan Francesc Cánovas

Director del Máster en Dirección de Comunicación, UPF-IDEC

http://www.joanfrancesccanovas.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. * Campos obligatorios


Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>

* Campos obligatorios