07 Era Digital

21.04.2015

La revolución tecnológica ha venido a la banca para quedarse

Xavier Brun

Los lectores con más primaveras en sus espaldas recordarán cómo eran los bancos, aquellos lugares donde la gente hacía cola para sacar dinero, para pagar recibos, abrir una cuenta o pedir un préstamo. Además, la conversación con el empleado de banca se hacía a través de un cristal de 5 centímetros a prueba de balas. ¿Se acuerdan? Hoy día ya es impensable que el trabajador, hoy llamado asesor, te hable a través de un cristal. El trato es más directo, más cordial y la razón no es otra que la tecnología.

Aunque a primera vista parezca un sector arcaico y tecnófobo, ha sido uno de los que más ha incorporado sus avances. Por tanto, en la revolución tecnológica, la banca ha sido un actor principal.

Revolución 1.0 (1970-1990)
Podríamos llamarla así por ser el primer contacto del sector financiero con la tecnología. Aquí nació el dinero electrónico. Gracias a la entrada de los ordenadores en los bancos, se pudo decir adiós a cantidades ingentes de papel, facilitando así la operativa, las anotaciones en cuenta y, por qué no, el efecto multiplicador del dinero. En este período es cuando entran los cajeros automáticos, llamados también ATM (Automated Teller Machine), inventados por la empresa NCR en 1967. Gracias a ellos, los empleados de las oficinas pudieron dedicar más tiempo al cliente y este no perderlo haciendo cola para sacar dinero. Hoy día, los ATM han pasado de ser meros dispensadores de billetes a ser casi un empleado más. Como curiosidad, NCR todavía existe y es la que fabrica la gran mayoría de ATM.

El dinero electrónico también permitió la aparición de nuevos negocios como los de las tarjetas de débito y crédito. Negocio que hoy día mueve más de 8.500 billones (americanos) de dólares al año, cifra que equivale a 8 veces el PIB español.

Revolución 2.0 (1990-2000)
Aquí podríamos hablar de la revolución de internet y el e-banking. Esto provocó que el banco ya no tuviese el poder sobre el cliente, sino que fuese este el que lo tuviese sobre el banco. La rapidez y facilidad para comparar y contratar productos, redujo la fidelidad del cliente hacia su entidad. Añadir que la posibilidad de realizar toda la operativa mediante un dispositivo móvil (teléfono, ordenador, tableta, etc.) hizo que la visita a la oficina ya no fuese necesaria. Así pues, internet y el e-banking permitieron tanto la aparición de los llamados bancos de internet, con menores costes de estructura y, por tanto, precios más competitivos, como la aparición de nuevos perfiles laborales, como los asesores de empresas o de banca personal con capacidad para desplazarse a casa del cliente.

Revolución 3.0 (2000-2008)
Una tecnología cada vez más potente, gracias a la ley Moore, y una capacidad de almacenaje mayor permitieron la gestión y análisis de bases de datos cada vez más complejas. Gracias a ello, el software para la gestión de clientes, llamado CRM (Customer Relationship Management), mejoró notablemente. Esta mejoría permitió al banco, entre muchas otras cosas, saber exactamente qué producto necesita el cliente o preconceder un crédito de forma instantánea gracias a una clasificación del riesgo tipo rating o scoring.

De igual modo, las grandes bases de datos también afectaron la gestión de fondos de inversión al incorporar ordenadores cada vez más potentes y rápidos para arbitrar y operar. Un ejemplo de ello lo vemos en las negociaciones de alta frecuencia (HTC o High Frequency Traders), que provocaron un mini crash en la bolsa americana el 6 de mayo de 2010. Otro ejemplo podría ser la creación de activos financieros complejos cuyo riesgo real costaría de determinar. La unión de estos productos, junto con un elevado apalancamiento, desencadenó en la crisis financiera de 2008.

Revolución 4.0 (2008 hasta hoy)
Si unimos la revolución 2.0 (internet), la 3.0 (gestión de datos) y los problemas bancarios nos da como resultado la situación actual, donde se vuelve a la esencia bancaria, que no es otra cosa que la unión entre oferta y demanda de capital, pero sin los bancos. Es decir, una desintermediación del sistema financiero.

Desde 2008 los bancos han vivido su particular vía crucis haciendo frente a los problemas hipotecarios y financieros. Esto les ha provocado una fuerte reducción del crédito, cuya situación han aprovechado tres grandes grupos de empresas. En un primero estarían las empresas propietarias de los mercados financieros, que han abierto la puerta a pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, tendríamos el MAB (Mercado Alternativo Bursátil) para la emisión de renta variable o el MARF (Mercado Alternativo de Renta Fija) para la emisión de renta fija.

En un segundo encontraríamos las empresas que conceden créditos sin bancos, las llamadas Peer-to-Peer Lending (P2P Lending). El concepto es simple, centrarse en el segmento de préstamos de 1.000 a 35.000 dólares donde se aplica un tipo de interés del 13%, aquí se le deducen el 1% de comisión de gestión y el 4% de riesgo de quiebra y el 8% restante es lo que se ofrece a los inversores que quieren participar. Obviamente, los tipos de interés pagados y ofrecidos deben ser mejores que los que se obtendrían en un banco.

Para que el negocio funcione se requiere de dos pilares: volumen y cálculo del riesgo. Igual que ocurre en las empresas aseguradoras, el cálculo de riesgo de quiebra funciona si hay un volumen elevado, ya que entonces se va a medias. En este punto es donde el pez rápido se come al lento, ya que el primero será el que atraiga el gran número de operaciones, maximizando así el efecto red.

El primero en mover ficha ha sido Lending Club, empresa que cotiza en la bolsa de Nueva York, cuyos crecimientos trimestrales han sido del 84% desde su lanzamiento en 2007. A pesar de estos espectaculares crecimientos, Lending Club ha concedido tan solo 5.500 millones de euros. Es por esto que el pastel, que se calcula sea superior a 150.000 millones en 10 años, es lo suficientemente grande como para atraer otras empresas como Amazon, que quiere ayudar a sus clientes otorgando préstamos para gestionar su circulante.

Por último, en un tercer grupo habría las empresas que revolucionan el medio de pago. Si Visa tenía en 2013 un total de 2.200 millones de tarjetas emitidas, MasterCard 1.300 y American Express 107, Apple tenía 800 millones de cuentas iTunes (para tener una es obligatorio dar la tarjeta de crédito), por tanto, era cuestión de tiempo que la empresa de la manzana lanzase su medio de pago. La razón es simple, nos damos cuenta antes de que perdemos el teléfono que la cartera.

En conclusión, la tecnología ha permitido crecer al sector bancario para dar mejor servicio a sus clientes, pero la tecnología también está alejando los clientes de los bancos. Porque, ¿cuántas veces han ido a la oficina bancaria los lectores con menores primaveras a sus espaldas? Quizá no los necesitamos, el tiempo y las revoluciones lo dirán.

Xavier Brun

Xavier Brun

Director del Máster en Mercados Financieros, UPF Barcelona School of Management

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