08 Management

01.10.2015

La gestión de los Big Data un nuevo reto estratégico

Carles Martín

Si desde la existencia de los ordenadores, hacemos un breve recorrido histórico, vemos que la recopilación de datos era al principio una cuestión de los trabajadores en las empresas. Estos datos, en honor a la verdad, eran pocos y en general poco relevantes. Tenían además el inconveniente de la falta de interoperabilidad, es decir, que solo podían ser procesados por las personas que los habían generado.

Con internet son los usuarios los que recopilan datos, y también gracias a la red pueden ser fácilmente transportados. Pero no sólo esto sino que también aparecen empresas que ofrecen nuevos servicios manejando datos de estos usuarios, en definitiva nuestros datos. Los casos más paradigmáticos son sin duda Amazon, Google, Facebook, Apple o Twitter. Google sabe por ejemplo qué palabras son las más utilizas cuando los usuarios buscan en la red, y además, conoce los contenidos del universo de páginas web que indexa, y sabe por tanto, los servicios y productos que ofrecen.

Eso llega a extremos increíbles como la posibilidad que tiene dicha empresa de predecir epidemias, por ejemplo de gripe. Google sabe anticiparlas analizando que búsquedas están aumentando. Por ejemplo si se incrementan las búsquedas de ciertos síntomas relacionados con la gripe de forma exponencial puede llegar a dictaminarse el nacimiento incipiente de un brote pandémico. Facebook en su caso, sabe cómo son nuestros perfiles. Conoce dónde vivimos, cuáles son nuestros gustos, amistades, aficiones, etc. y por tanto puede segmentar la población atendiendo a distintos avatares con una alta precisión.

Pero sobre todo (no nos echemos las manos a la cabeza) esos datos los hemos dado libremente nosotros. Antes de seguir con la utilización que las empresas hacen de dicha información, permítannos introducirles en la tercera revolución, la de los datos que no han sido generados por los usuarios. Si hasta aquí eran las empresas y los usuarios los que iban inundando ese universo de datos, ahora nos llega la revolución de los datos procedentes de las máquinas. Se trata de un inmenso universo de datos procedentes de sensores de temperatura, de humedad, de edificios, de coches, de electricidad, de fotografías, de satélites, de electrodomésticos, de wearables, de miles de millones de elementos que conforman el internet de las cosas (IoT), que miden los comportamientos no solo de personas y sus signos vitales, sino también de grupos sociales, abriendo un sinfín de posibilidades comerciales hoy por hoy aún desconocidas.

Varios ejemplos de muestra. Para saber los movimientos que se producían en una ciudad debíamos hacer encuestas y preguntar de dónde venían y a dónde iban los ciudadanos. Movilizando una cantidad ingente de encuestadores teníamos unos resultados aceptables. Hoy día, con una penetración de la telefonía móvil cercana al cien por cien, siguiendo la trayectoria que siguen los teléfonos podemos saber cómo se desplazan las personas y su permanencia en determinados emplazamientos. La medicina basada en la evidencia nos permitirá cada vez más diagnosticar enfermedades basadas en una base de datos suficientemente amplia de síntomas. Los coches sin conductor están cada vez más cerca. Gracias a la conjunción de una gran cantidad de datos disponibles (Big Data) y unos sensores precisos, ya empiezan a circular coches sin conductor por los Estados Unidos. Como podemos ver existen una infinidad de nuevas posibilidades.

Llegados a este punto, la tercera era de los datos, surgen dos preguntas importantes. La primera es la protección de nuestra intimidad. Los grandes volúmenes de datos agregados protegen en general nuestra intimidad. No obstante es siempre posible extraer un dato personal violando de hecho nuestra privacidad. ¿Cómo nos protegemos ante esta eventualidad? Ciertamente es muy difícil por la propia naturaleza de la innovación. Es muy difícil poner trabas a la imaginación y siempre irán por delante la tecnología y los nuevos productos y servicios que la legislación que debe protegernos. No obstante, se deberá legislar de forma amplia creando códigos de buenas conductas de obligado cumplimiento.

La segunda gran cuestión es cómo gestionar el Big Data. Además de las compañías como Amazon, Google, Facebook, Apple o Twitter, existen grandes yacimientos de datos en manos de otras organizaciones y compañías. Los datos de los usuarios de telefonía, los datos de consumo energético y de suministros, los datos de los transportes, los datos sanitarios, los datos de la administración pública, etc. nos permiten estimar con cierta exactitud cómo se comportarán los usuarios. Para analizar y manejar datos, no hace falta, como las mencionadas en el párrafo anterior, que las compañías sean de gran magnitud. Es por este motivo que toda empresa, en un futuro deberá ser capaz de gestionar los datos que extrae, y para ello es del todo necesario conocer dónde se encuentran y cómo se usan las diversas tecnologías de manejo de datos, cómo se gestionan, cómo hemos de fusionarlas con los datos de nuestras compañías y cómo aplicarlas finalmente para sacar algún rendimiento.

Con todo ello llegamos al punto crucial: en un presente o en un futuro inmediato será indispensable disponer de profesionales con conocimientos transversales que conozcan tanto las tecnologías de datos, como las empresas y las aplicaciones donde se pueden aplicar esas tecnologías y esos datos. Google Analytics nos proporciona por ejemplo, una cantidad impresionante de registros acerca de los usuarios que visitan nuestras páginas web, pero es necesario conocer cómo funciona y qué quieren decir los datos que nos da. Facebook o Linkedin nos permite acceder a una cantidad de millones de usuarios. Hemos de saber qué rendimiento vamos a sacar a nuestra publicidad y si realmente es correcto el target al que nos dirigimos. Los datos son a los ordenadores como los Big Data son a los supercomputadores, pero no olvidemos que un teléfono móvil de hoy tiene más capacidad de cálculo que un ordenador personal de los años 80 y por tanto en poco tiempo dispondremos en las empresas de auténticos supercomputadores capaces de procesar esos Big Data de hoy. La pregunta entonces es ¿Tendremos personal suficiente con conocimientos transversales para manejar esas necesidades?

Carles Martín

Carles Martín

Director del MSc in IT Strategic Management, UPF Barcelona School of Management

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