Barcelona será la sede del Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras, que reunirá a más de 10.000 participantes de los cinco continentes el año 2020. Vivimos tiempos de cambios profundos: cambios tecnológicos, sociales, económicos, científicos, etc. que lógicamente también afectan a la educación que es un elemento fundamental del proceso de transformación.
El sistema de educación superior, y de alguna manera el del conjunto del sistema educativo, se ha encaminado a dar respuesta a las necesidades específicas del mercado laboral. La palabra ‘licenciado’, de hecho, representaba esa idea de universidad como otorgadora de licencias para ejercer las profesiones.
Pero el mercado laboral se ha transformado por completo. Salvo excepciones, las profesiones ya no están tan claramente definidas. Una buena parte del conocimiento, accesible y horizontal, está al alcance de un clic y los contenidos se vuelven obsoletos con mucha rapidez. Ante esta situación, es indudable que hay que pasar de un modelo educativo basado en la acumulación de conocimientos a otro fundamentado en la experiencia y una actitud permanente y activa de aprendizaje. Esta actitud ha de preparar para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida, y ha de favorecer permanecer receptivos a los cambios conceptuales, científicos y tecnológicos que irán apareciendo cada vez de forma más acelerada.
El World Economic Forum en su informe “El futuro de los empleos y las competencias” identificó las 10 competencias profesionales más demandadas para el 2020.
- Resolución de problemas complejos
- Pensamiento crítico
- Creatividad
- Gestión de personas
- Coordinación con otros
- Inteligencia emocional
- Juicio y toma de decisiones
- Orientación al servicio
- Capacidad de negociación
- Flexibilidad cognitiva
Sin duda, formar a los futuros profesionales, directivos, comunicadores, escritores, auditores, programadores, etc. no va a resultar tan fácil. En la BSM-Universitat Pompeu Fabra hemos entendido que cambiar la formación significa arriesgar y testear nuevos modelos y formas de aprendizaje. Así lo estamos haciendo, con modelos orientados al aprendizaje por proyecto, basado en resolución de retos reales, con el acompañamiento de profesores y mentores y con un enfoque más personalizado, interdisciplinar, práctico y colaborativo.
El cambio constante es un reto para todos: para el estudiante que pasa ahora a ser motor de su aprendizaje. Se convierten en sujetos activos que trabajan, participan, plantean dudas, colaboran en equipo y se organizan para realizar proyectos o resolver problemas. El objetivo es que los estudiantes se enfrenten a situaciones reales que puedan encontrar en su futuro laboral, al tiempo que desarrollan la capacidad crítica, el análisis para la toma de decisiones, trabajando la comunicación y la creatividad con un enfoque humanista y multidisciplinar.
Este enfoque va unido a un cambio de rol también del docente, que se convierte en mentor, un guía para el aprendizaje personalizado que impulsa a los estudiantes en su proceso de descubrimiento y construcción del conocimiento.
Y, finalmente, nos obliga a cambios también en los espacios físicos y virtuales, como agente educador. El rediseño de las aulas es un elemento cada vez más importante para las instituciones que impulsamos nuevos modelos educativos que requieren de espacios físicos en los que compartir ideas, experiencias y recursos, trabajar de forma colaborativa y crear en comunidad. Para ello necesitamos espacios flexibles y con distribución variable.
Así pues, se están produciendo cambios disruptivos en contenidos, competencias, estudiantes, docentes, espacios y centros educativos. Son grandes cambios que agitan la formación superior y en la BSM afrontamos el reto con el fin de convertir a cada persona en la mejor versión de sí misma.
