Frederic Amat es un artista arriesgado, comprometido con el arte subversivo y la libertad artística. Por eso, no le gustan los encargos. Con todo, reconoce que le halaga que una institución educativa, proveniente de la universidad, como la UPF Barcelona School of Management, le pidiera la creación del anagrama que representa su nuevo logotipo y que identificará a la escuela de ahora en adelante. No fue una petición fortuita. Frederic Amat es un artista multidisciplinar y transversal. Es pintor. Pero también hace escultura, cerámica, escenografías teatrales, cine, cartelismo… Arriesga, cuestiona, mezcla distintos lenguajes artísticos y reinventa el arte. Para él, ser artista no es una profesión, es una actitud de vida. Cada mañana se levanta en estado de sorpresa. Se cuestiona y se maravilla. Y dice que de esto, de esta capacidad de ser crítico y a la vez entusiasta, intenta salpicar todo lo que hace. Para la BSM, Frederic Amat encarna el anhelo de crear nuevas conexiones, de involucrar el arte y la cultura en el proceso formativo y de aprovechar todo su poder transformador.
El logotipo es una pieza vital en la imagen de una organización, un signo de identidad. ¿Cómo fue el proceso de creación del anagrama para la BSM?
No fue fácil. Un pintor trabaja de una forma muy diferente a como lo hace un diseñador gráfico. La caligrafía tiene temperatura. Y esto es muy difícil de conseguir, se necesita tiempo. Normalmente los grafistas trasladan las caligrafías directamente de la cabeza a la mano. En el caso del pintor, el circuito es otro. Antes de llegar a la mano da vueltas por todo el cuerpo. Es casi coreográfico, y en esta coreografía el artista baila sin pensar si tiene que hacer un movimiento concreto. El momento surge. El dibujo proviene de una intuición profunda del artista. Es fruto de la exigencia para encontrar el equilibrio entre un impulso o una resolución y que esta imagen de tres letras (BSM) produzca visualmente un efecto imán de modo que quien la vea no la olvide nunca.
¿Esta es la fuerza de la pintura, de la expresión del trazo?
Esta fuerza se pierde muchas veces por las nuevas tecnologías. Enviar un wasap es un proceso inmediato. A veces fotografío una caligrafía, una imagen, una mancha… Puedes tener una imagen gráfica, fotográfica, pero falta una cuestión de temperatura, del lenguaje que yo utilizo. Vengo de una tradición pictórica. Soy pintor; aunque a veces no se entienda porque trabajo con muchas dimensiones: el teatro, el cine, la cerámica, la escultura…, pero siempre hay una columna vertebral que lo une todo, que es la pintura, el sentido del trazo, la tradición. En este momento tengo en la memoria un largo camino. Una capacidad caligráfica, coreográfica, que viene de tiempo atrás. Un profesor me enseñó un día unos dibujos de cuando yo tenía veinte años y vi que aquella caligrafía, aquella firma eran iniciales. El ejercicio, el gesto, se hace durante años hasta que uno mismo se convierte en tinta. Yo ahora soy tinta.
La BSM es una entidad formativa. ¿Qué importancia cree que debe tener la educación en la sociedad?
Hablar de la importancia de la educación es como hablar de la importancia de hacer ejercicio o de comer sano. Es evidente que es necesario el desarrollo del cerebro, del pensar. Todos tenemos la capacidad de mirar con los ojos hacia adentro. La capacidad de entender el universo.
¿Considera el arte, como la educación, un elemento transformador?
El arte encarna la subversión. El arte tiene la capacidad de ser conflictivo, y ser conflictivo significa interpelar. Si la cultura es un opiáceo, no nos sirve; la cultura tiene que ser un medio. La cultura te plantea una pregunta que no tiene respuesta, y a través de la cultura encontramos el consuelo a la no respuesta.
¿Sirve para mejorar el mundo?
Yo intento hacer mi trabajo con honestidad. Para mí la ética y la estética se dan la mano, hay una moral, pero no intento hacer proselitismo a través de mi obra. ¿Somos mejores? ¿Pintamos mejor que los que ejecutaron las primeras pinturas? Creo que seguimos estando en el inicio, afortunadamente. El día que perdamos esta capacidad de conexión con el inicio, dejaremos de ser. A través de la caligrafía y la memoria reconocemos. El día que perdamos esta memoria, perderemos la identidad.
¿Este es el mensaje que quiere transmitir con su pieza para la BSM?
El anagrama queda ahora bajo el paraguas de la Universidad Pompeu Fabra, que evidentemente es un referente de enseñanza en la ciudad. Y creo que es bueno que este tatuaje, este grafismo, esta caligrafía de tres iniciales (BSM), se halle en la puerta de una institución educativa anunciando que nosotros queremos ser de otra manera, que este es un lugar de aprendizaje, de equivocación, porque nunca se está en lo cierto, porque de la equivocación se aprende. La BSM es un lugar para ver y para aprender otras maneras, para ser más ricos. Y quiero recordar lo que dijo el poeta Salvat-Papasseit: ‘no debemos confundir el hombre rico con el hombre de dinero, ni el arte con el caballo. Mi intención y mi deseo es que esta caligrafía, que se halla en una puerta de una esquina neurálgica de la ciudad, en una escuela de management internacional con espíritu internacional, enseñe a la gente que puede ser más rica, no para ganar más dinero sino para ser más ricos hacia adentro.
Precisamente, la BSM apuesta por incorporar el arte y la cultura en la experiencia formativa como elemento de transformación e interrelación del estudiante.
La cultura, los artistas, los poetas, la gente que hace teatro o danza no tienen hoy día las condiciones que se merecen. No hay atención a la cultura. Creo que la universidad puede ser un refugio para la cultura, porque evidentemente el mercado no lo es.
