09 Personalización

18.04.2016

¿‘Celebrities’ o políticos?

Carles Pont

La personificación existe en todos los ámbitos de la vida, pero en la política y la comunicación esta dimensión adquiere niveles estratosféricos. Cuando hablamos de la política, esta se relaciona con un liderazgo que se vuelve inevitable en la organización de las campañas electorales o en la comunicación de los gobiernos. Fijémonos en la teoría de las campañas posmodernas que plantea la investigadora Pippa Norris. La autora elabora una clasificación de las campañas electorales a partir de tres etapas claramente diferenciadas: a) la premoderna (mediados del S.XIX  hasta 1950); b) la moderna (de la década de los años 60 hasta los años 80); c) y la posmoderna (a partir de la década de los años 90 del siglo XX hasta hoy). Las campañas de hoy, las posmodernas, señala Norris que se caracterizan por unos altos costes monetarios debido a los consultores profesionales, por la abundancia y proliferación de los medios de comunicación, por la irrupción de Internet, y  por la personalización en exceso de la figura del líder. Nos detendremos un momento en este punto porque la investigadora británica señala que el fortalecimiento del populismo en los medios y, como consecuencia, en la política, hace que se centren en exceso en la vida privada y en los sentimientos de los liderazgos políticos. A menudo los medios de comunicación se ocupan más de la imagen que proyecta un político: si lleva o no corbata, si tiene el pelo corto o largo, de qué trabaja su pareja, si ha tenido relaciones extraconyugales…

Los liderazgos, sin embargo, no sólo pueden vivir de esa dimensión emocional o del buen arte comunicativo de sus asesores. En la resolución del conflicto, que es esencialmente donde la política se juega el turrón, se entrevé si el político tiene madera y, sobre todo, si no se contradice en el relato de la formación y de la ideología que representa.

La gesticulación mediante la hiperexposición mediática para transmitir el mensaje táctico es una afección extendida entre la política, también entre lo que algunos llaman la “nueva política”. La creación comunicativa de nuevas celebridades mediáticas, especialmente televisivas, no es sinónimo de mejores administradores del bien común. La condición de político estrella puede convertir a más de un líder en político estrellado si no toma en consideración que la buena oratoria, el seguimiento metódico de un relato o las prerrogativas ideológico-emocionales no son los únicos valores de un buen gestor público.

Carles Pont

Carles Pont

Director del Másters en Periodismo y Comunicación, UPF Barcelona School of Management

https://carlespont.wordpress.com/

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