01 La Formación

01.06.2013

La crisis de la financiación de la I+D en España

Daniel Serra

La investigación en nuestro país también se ha visto enormemente afectada por la crisis. Las políticas de austeridad y los recortes generalizados en el gasto público —tanto en la Administración General del Estado como en las Comunidades Autónomas— han llevado a la reducción de las partidas presupuestarias destinadas a Investigación y Desarrollo (I+D), educación superior y sanidad, que financian las actividades de producción y difusión de conocimiento. Algunos datos que demuestran este aserto:

Desde el inicio de la crisis, el gasto en I+D ha ido reduciéndose hasta alcanzar los niveles del año 2008. En el año 2011 fue de 14 184 295 000 euros, mientras que en 2008 se elevó hasta 14 701 393 000 euros. En términos de PIB, el gasto interno en I+D representaba en 2008 el 1,35 %, y en el 2011, el 1,33 %, muy lejos del mítico 3 % deseado y prometido. En Catalunya las cosas están un poco mejor (o menos mal), siendo el 1,55 % del PIB catalán en 2011, aunque en 2008 era del 1,62 %. A modo de comparación, en el País Vasco, el presupuesto en I+D representó un 2,15 % del PIB (2011), a diferencia del 1,98 % en 2008.

Las consecuencias de estos recortes pueden ser tremendas para nuestra economía en un futuro. Todos sabemos que la inversión en investigación recoge sus frutos a largo plazo y que necesita de una política sostenida y firme por parte de nuestros dirigentes. Pero estas condiciones no se han cumplido últimamente. Hace unos años (sobre todo en el primer gobierno de Zapatero) se realizó una política de escaparate: grandes inversiones en infraestructuras de investigación (que no en la remuneración de los investigadores en centros públicos) que implicó abrir centros por doquier, muchos de ellos “de diseño”, bajo el principio de “café para todos”. Pero la creación de grandes infraestructuras (con inversiones iniciales muy cuantiosas en un breve espacio de tiempo) conlleva un presupuesto corriente a lo largo de su existencia. Hay que mantenerlas, pagar al personal, etc. Pues bien, hemos pasado a una política presupuestaria regresiva de gasto corriente que hace que muchos centros sean hoy inviables.

También la educación superior, es decir las universidades, que representan aproximadamente un 28 % del gasto interno en I+D del Estado y un 0,38 % del PIB, se han visto consecuentemente afectadas por los recortes presupuestarios. Estos recortes se han centrado, por un lado, en los créditos o fondos que no tienen un objeto determinado por ley: por ejemplo, los fondos competitivos de financiación de proyectos de I+D; los recursos destinados a financiar los programas de formación, contratación temporal e inserción de investigadores, o los programas de apoyo a las infraestructuras científicas y a los centros de excelencia. Por otro lado, muchos de los parques científicos y centros de investigación de las universidades fueron financiados con créditos blandos del Estado durante la primera década del siglo XXI, con tres años de carencia y a devolver en “cómodos” plazos anuales durante los quince años siguientes. Pan para hoy, hambre para mañana. Muchas universidades no pueden ya afrontar los pagos anuales a los que se comprometieron, que suman millones de euros, y los están aplazando, con los consecuentes cargos financieros.

El panorama es preocupante, y se tiene que poner remedio y corregir el rumbo. Si no, nuestros investigadores más productivos acabarán yéndose del país (cosa que ya está ocurriendo), y por otro lado, no podremos atraer a nuevos investigadores con talento. Y encima, el número de doctorandos, el futuro capital humano investigador, está cayendo en picado. Además, la reducción en un 40 % de la inversión pública en estos dos últimos años puede producir a medio plazo efectos devastadores, aunque esto quizás no lo notemos ahora.

Esta conjunción de factores puede ser explosiva. Puede llevar a una caída apabullante en nuestra posición internacional que nos llevará mucho más atrás de donde partimos al arrancar la primera Ley de la ciencia, pues entre tanto, decenas de países como China, India, Singapur, Brasil, Chile y Malasia, entre otros, nos habrán superado. Pero no todo son malas noticias. Se anuncia desde Bruselas que los presupuestos en I+D para el sexenio 2014-2020 pasarán de 53 mil millones de euros (programa 2007-2013) a 79 mil millones de euros. ¡Ojalá aún dispongamos en nuestros centros de capital humano con suficiente talento para acceder a ellos!

Daniel Serra

Daniel Serra

Director Académico, Fundación Privada Instituto de Educación Continua. Director del MSc in Management, Barcelona School of Management

http://www.danielserra.eu/

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