14 Globalización

20.06.2018

La formación: el reto de la continua transformación

Carolina Luis

Escuchamos y leemos día a día sobre los vertiginosos cambios que las organizaciones están viviendo a raíz de la llamada cuarta revolución industrial. La tecnología se va adueñando rápidamente de espacios antes inexplorados o que tradicionalmente habían sido controlados directa o indirectamente con la intervención humana. Hoy en día es factible tener un coche que se auto diagnostique e incluso se repare sin la necesidad de llevarlo a un taller. También puede ser capaz de conducirse con autonomía propia, dejando fuera de juego dos oficios tan tradicionales como ancestrales: un mecánico y un chofer.

Los profetas del desastre auguran que la robótica,  la omnipresencia de internet y la utilización de los dispositivos móviles destruirán los empleos existentes y miles y miles de personas se quedarán en la calle. Este fue el mismo argumento utilizado en la época de la Revolución Industrial e incluso a finales del siglo XX con la aparición de la tecnología, cuando muchas personas pensaron que quedarían sin empleo sustituidas por las máquinas y los ordenadores.

No sólo no fue así, sino que lo que realmente ocurrió es que surgieron nuevas necesidades, se crearon nuevos puestos de empleo y por supuesto surgieron nuevas ofertas de formación para satisfacer la demanda requerida. Simplemente, la gente se reinventó, se formó y se incorporó a la nueva realidad.

La transformación de la formación para adaptarse a la evolución del entorno, es y será siempre la clave para facilitar las transiciones que traen consigo los cambios sociales y culturales. Quienes tenemos en nuestras manos la tarea de asegurar la preparación de las personas, alineándolas  con las necesidades cambiantes y globales,  tenemos también la responsabilidad de planificar la formación visualizando siempre, al menos, a diez años vista.

Diversas fuentes sostienen que más del 65 por ciento de los estudiantes que hoy están en la Universidad, estarán empleados en trabajos que hoy no existen relacionados todos ellos con la tecnología y las ciencias. Pero la otra cara de la moneda nos indica que un alto porcentaje de los alumnos actuales de primaria van a estudiar carreras para puestos de trabajo que en menos de 20 años no existirán. Esto es preocupante, sobre todo observando la pasmosa lentitud con la que la oferta educativa reacciona.

El razonamiento anterior nos motiva a proponer que la oferta y la metodología formativa se transformen e incorporen el desarrollo de habilidades más que el aprendizaje conceptual.  La solución de problemas complejos, el pensamiento crítico y la creatividad, son las competencias que se estarán valorando en los empleos que se estarán ofreciendo en el año 2022, según investigaciones del Foro Económico Mundial.

Algunos países ya tienen adelantados modelos educativos pensados para esta realidad. El diario el País nos mostró hace días el caso de la provincia canadiense de Ontario, donde el 94% de los alumnos están matriculados en centros públicos. Al cumplir 14 años, los estudiantes tienen la opción de elegir las asignaturas que más les interesan y crear su propio itinerario educativo. Adicionalmente, pueden escoger entre tres niveles de dificultad para cada una de esas materias: académico para acceder a la Universidad, “applied level” para optar al equivalente a un ciclo formativo o “locally developed” para aquellos que quieren incorporarse de manera rápida al mercado laboral. Por otra parte, en esta provincia a los profesores se les contrata en función de las necesidades del centro educativo. No hay oposiciones y son los directores de los centros los que determinan cuántos docentes necesitan cada curso y para cuáles asignaturas. Todo en función de la demanda generada por los itinerarios de los estudiantes.  El rendimiento de los profesores se controla cada cinco años asegurando que sigue respondiendo a la demanda.

El director de uno de estos institutos comparte una práctica de este modelo: “Ponemos el foco en el pensamiento crítico pues la información está en Internet. Medimos los hábitos de trabajo, el auto control, la responsabilidad, la organización, la colaboración y la iniciativa propia. Son los indicadores del éxito en la vida adulta del alumno”.

Otro aspecto fundamental que debe estar presente en el nuevo modelo de formación, es la internacionalización y/o globalización. Vistas en conjunto, pero con enfoques diferentes, se trata de diseñar contenidos y preparar metodologías docentes pensadas para públicos, no sólo provenientes físicamente de diferentes países y regiones, sino ubicados físicamente en diferentes países y regiones. La globalización de la formación apoyada en la tecnología, permite hoy en día contar con recursos didácticos de primer nivel, así como llegar a cualquier lugar del mundo de manera inmediata. Este estilo de formación, visto tan complejo por los organismos educativos hace algunos años, es el traje a medida de las generaciones actuales y futuras, naturales tecnológicos y socialmente globales. Varios aspectos hay que resolver; entre ellos la lengua vehicular; pero si bien el inglés ha sido el idioma qué se ha convertido en el estándar, también es cierto que aún hay millones de personas que no dominan este idioma.  La tecnología probablemente resuelva también esta dificultad. Ya existen traductores de voz en tiempo real que tendrán una aplicación inmediata en el sector educativo.

Este pareciera ser entonces el camino a seguir en la formación: cambiar lo conceptual por lo analítico, lo pasivo por lo activo, lo individual por lo colaborativo y lo local por lo global. La tarea consiste entones en la revisión y adaptación continua de contenidos y metodologías y en la preparación de un cuerpo de profesores con roles de asesores más que de docentes, enseñando a los estudiantes a aprender y guiándoles con metodologías que les permitan aprovechar al máximo.

En la UPF Barcelona School of Management, hemos aceptado el reto y hemos desarrollado un modelo educativo que contempla los aspectos mencionados para preparar a profesionales que aporten soluciones transformadoras a la sociedad. Profesionales más polivalentes y multidisciplinares, con capacidad de ser resolutivos, pensamiento crítico, creatividad y una visión más transversal. Nuestro modelo defiende el aprendizaje basado en problemas (ABP) y el learning by doing (aprender haciendo) como método que permite al alumno terminar el programa no sólo con mayores aptitudes y conocimientos sino con la experiencia de haber gestionado y realizado un proyecto real de principio a fin. Cada alumno decide su proyecto individual y este es el eje vertebrador de su proceso de aprendizaje y el que lo ayudará a desarrollar aptitudes de análisis, diagnóstico y competencias necesarias para llevar a cabo cualquier proyecto en el ámbito personal y profesional.

Carolina Luis

Carolina Luis

Vicedecana de la UPF Barcelona School of Management

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